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Comitè de Suport al MST de Barcelona

Estimular las luchas sociales y construir un nuevo proyecto para el país

Estimular las luchas sociales y construir un nuevo proyecto para el país

Año VI - nº 124
viernes, 3 de noviembre de 2006

Estimados amigos y amigas del MST,

Pasado el proceso electoral, apurados los votos y conocidos los vencedores y los perdedores de las urnas, llega el momento de hacer un balance y de mirar hacia delante. Más que contar el número de parlamentarios y de gobiernos progresistas elegidos es necesario hacer un esfuerzo para analizar nuestra actuación, conquistas y desafíos para el próximo período.

Hace tiempo percibíamos que la izquierda participaría de forma dividida y fragilizada en estas elecciones. Las causas son numerosas y, ciertamente, serán estudiadas y debatidas en los próximos meses. Mientras tanto, dos elementos merecen ser destacados. La decepción con el gobierno Lula, incapaz de romper con la política neoliberal implementada por los gobiernos anteriores; y la forma como algunos sectores de la izquierda copiaron la manera burguesa de hacer política, lo que dio como resultado una serie de denuncias de casos de corrupción y de prácticas electorales.

Con este cuadro, la gran cuestión era como nos posicionaríamos y como saldríamos del proceso electoral. Para nosotros del MST, se consolidó la decisión de que deberíamos garantizar, al final de esta travesía, nuestra unidad política y nuestra autonomía frente a los partidos políticos y a los gobiernos.

La primera vuelta

La campaña electoral fue completamente despolitizada, no hubo disputas de proyectos políticos y los partidos de izquierda demostraron que no tienen estrategias organizativas, ideológicas y políticas. El gobierno Lula, pensando que ganaría en la primera vuelta, priorizó la divulgación de sus políticas asistencialistas y el establecimiento de un amplio abanico de alianzas partidarias (de la izquierda a la derecha). Como resultado, la militancia social no fue convocada y los movimientos populares se sintieron apartados de la disputa electoral.

Diversos sectores de la izquierda y de los movimientos sociales hace tiempo analizan que hay un agotamiento de la democracia del Estado burgués, que restringe la participación popular únicamente para los períodos electorales. Para estas fuerzas políticas, que no desconsideran el proceso electoral, la prioridad es aumentar los niveles de organización y conciencia de la población y promover la lucha social. Elementos que son esenciales para alterar la correlación de fuerzas con la burguesía, promover los cambios y crear mecanismos concretos de participación popular directa en las decisiones legislativas y en el ejecutivo. Por eso, señalan que la reforma política no puede apenas restringirse a cambios puntuales, sino buscar su objetivo principal: garantizar al pueblo el ejercicio del poder.

La estrategia de reelección del gobierno Lula, demostrada por su coordinación de campaña, excluyó los debates sobre proyectos estratégicos para el país y la defensa de los intereses de clase. Este hecho, sumado al caso de la tentativa de compra del dossier, ayudó a alejar la militancia y las fuerzas populares que querían politizar la campaña. Por otro lado, la derecha usó sin ningún escrúpulo, toda su fuerza en los medios de comunicación para aglutinarse en torno de la candidatura de Geraldo Alckmin (PSDB). Con eso, consiguieron llevar la elección para la segunda vuelta y dar energía a las diversas candidaturas de derecha en los estados.


La segunda vuelta

En el segundo turno evaluamos, juntamente con otros movimientos sociales, reunidos en la Coordinación de los Movimientos Sociales (CMS) y en la Via Campesina Brasil, que era posible en este momento promover un verdadero debate de ideas, proyectos políticos y de lucha de clases. Era preciso impedir que las fuerzas políticas reunidas en torno a la candidatura de Alckmin saliesen vencedoras de estas elecciones. No compartimos la idea de que las dos candidaturas eran iguales e indiferentes.

Había intereses de clase divergentes detrás de cada candidatura. Por lo menos, la victoria de Lula representaría, simbólicamente, la victoria de la clase trabajadora, el mantenimiento de alianzas en América Latina con gobiernos progresistas y el respeto a los movimientos sociales. Ese nuevo posicionamiento en el proceso electoral hizo que nos sumáramos en la campaña para la reelección de Lula. Lo que no significó no tener en cuenta los errores y las fragilidades cometidas en el primer mandato. Entre ellos, la falta de un proyecto claro que enfrente los problemas estructurales del pueblo, como la realización de la Reforma Agraria.

Además de buscar la politización de la elección presidencial y de evidenciar que, independiente del gobierno Lula, estábamos en una disputa de clases, evaluamos que la segunda vuelta de las elecciones podrían servir para potenciar la participación de los movimientos populares, buscando mayor unidad en torno de la idea de la construcción de un proyecto popular para el país. Es innegable que hubo aciertos y victorias en esa decisión. La mayoría de los movimientos sociales se sumaron a las discusiones y en la campaña. Pero todo esto sin ilusiones y con la convicción cada vez mayor, que las transformaciones vienen de las acciones de la propia sociedad. De aquí la necesidad de que los movimientos populares tengan autonomía, elaboración teórica y capacidad de movilización.

El nuevo mandato

Asegurado un nuevo mandato para el gobierno Lula, es hora de pedir y exigir los cambios políticos que atiendan los intereses del pueblo. El Presidente, en sus primeros pronunciamientos después de la reelección, destacó la necesidad de promover el desarrollo económico asociado con medidas de distribución de la riqueza y la renta.

Esta afirmación no puede restringirse al entusiasmo de quien derrotó electoralmente la burguesía. Es preciso que se transforme en acciones concretas. Esto exige una ruptura con la política económica neoliberal y, por encima de todo, un enfrentamiento con los poderosos intereses de los que monopolizan las tierras (rurales y urbanas), las comunicaciones y el sistema financiero.

Es necesario también luchar para que se fortalezca la integración solidaria de los países latino-americanos, para contraponerse a la mentalidad colonizada de la elite brasileña y hacer frente al imperialismo estadounidense. De este modo, debemos pedir al gobierno reelegido la inmediata retirada de las tropas militares brasileñas de Haití y la implementación de una política de ayuda solidaria al pueblo de aquel país.

La reforma política es necesaria, pero ella necesita atender a los intereses del pueblo y no de los políticos. Crear nuevos mecanismos de participación, implementar asambleas y consejos, presupuesto participativo, plebiscitos y referéndums populares.

Estos son desafíos que tiene el gobierno reelegido. Pero, también son desafíos de las fuerzas sociales que quieren construir un país con base en la democracia, la justicia social, la soberanía y la defensa del medio ambiente.

Nosotros del MST y otros movimientos sociales seguimos con nuestro papel de contribuir para elevar el nivel de conciencia y organización del pueblo brasileño. Estimular las luchas sociales y construir fuerzas unitarias alrededor de un nuevo proyecto para el país: este es el trabajo que tenemos de aquí en adelante.

Un fuerte abrazo,

Secretaría Nacional del MST
3 de noviembre de 2006

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