LETRAVIVA ESPECIAL ENTREVISTA CON JOÃO PEDRO STEDILE
Año V - nº 139, jueves, 02 de agosto de 2007.
Estimado amigo y amiga del MST,
En una entrevista en el Jornal On Line Tribuna da Imprensa, João Pedro Stedile, de la dirección nacional del MST, habla de la necesidad de construir un modelo de desarrollo que priorice la democratización de la tierra, la distribución de renta y una agricultura basada en la pequeña y mediana propiedad.
Hoy en día ya no se puede pensar en aquel modelo clásico de Reforma Agraria, defendido a lo largo del siglo XX. Ese modelo se fue desgastando para las elites brasileñas, que se unieron al carro del neoliberalismo, modelo dominado por el capital financiero e internacional,
Para el MST, un nuevo modelo de Reforma Agraria pasa por comprender que es necesario modificar la matriz de producción en el campo, es decir, derrotar el actual modelo, que prioriza alianzas entre el capital financiero y el latifundio. La entrevista completa sigue a continuación en este Letraviva especial.
EL MST QUIERE UN NUEVO MODELO PARA LA REFORMA AGRARIA
Entrevista*:
¿Usted admite que el modelo de Reforma Agraria que defiende el MST se ha agotado? ¿Qué hay que hacer?
Durante todo el siglo 20, los movimientos campesinos de América Latina lucharon por la llamada Reforma Agraria clásica, que combinaba la distribución de tierras con un proyecto de desarrollo de la industria nacional, fortaleciendo el mercado interno y distribuyendo la renta. Ese modelo sacaba a los campesinos de la pobreza y promovía el desarrollo más justo. Así ocurrió en todos los países del Hemisferio Norte, pero la elite brasileña se sumó al neoliberalismo, un modelo dominado por el capital financiero internacional, dentro del cual la reforma Agraria está agotada.
El modelo se agotó por imposición de la elite, no por nuestra voluntad. No obstante, la cuestión Agraria no está resuelta y tenemos 150 mil familias acampadas y más de cuatro millones de familias Sem Terra en el País. Frente a eso, el MST va a luchar por una nueva Reforma Agraria, que supone la democratización de la tierra combinada con la reorganización de la producción, priorizando los alimentos para el mercado interno, sin el actual control de las empresas transnacionales. También necesitamos una Reforma Agraria que adopte un nuevo patrón tecnológico, que respete el medio ambiente, y sitúe en el interior del País las agroindustrias en forma de cooperativas, el acceso a la escuela y a la educación.
¿Cuál es la propuesta para la agricultura brasileña? ¿Cuál es el nuevo modelo agrícola?
El país necesita un nuevo modelo agrícola basado en la pequeña y media propiedad. Para eso necesitamos antes que nada derrotar el neoliberalismo construyendo un nuevo modelo de desarrollo nacional, que priorice la distribución de la renta, la industria nacional y la prioridad absoluta en generar trabajo y empleo para que el pueblo tenga renta.
El primer paso de este nuevo tipo de Reforma Agraria es la democratización de la propiedad de la tierra, una bandera republicana que se puede establecer a través de límites en el tamaño de la propiedad rural.
No se puede admitir que cualquier empresa tenga 100 mil o 1 millón de hectáreas sólo porque tiene dinero. Los verdaderos agricultores, aún siendo capitalistas, saben que con una hacienda de 1.000 hectáreas pueden ganar mucho dinero. La organización de la producción, antes que nada, debe atender las necesidades del mercado interno. El mayor mercado potencial de productos agrícolas no son Europa ni los Estados Unidos, son los pobres de Brasil. Aquí tenemos el 60 % de la población que se alimenta mal.
O sea, tenemos 120 millones de brasileños queriendo consumir, pero no tienen recursos. Actualmente las transnacionales vienen aquí y controlan la producción, el comercio, el precio. Esto está equivocado. Como alternativa al control de la producción y el procesamiento de los alimentos, tenemos que traer las pequeñas agroindustrias al campo, generando empleo e ingresos en el interior del país.
Necesitamos también una nueva matriz productiva en el campo, con técnicas que respeten el ambiente, que produzcan alimentos saludables y no llenos de agro tóxicos, que afectan la salud de toda la población, incluso la de la ciudad, que muchas veces piensa que no tiene nada que ver con eso. Después pueden pagar la cuenta de ese desconocimiento en el hospital.
Finalmente, necesitamos traer los servicios públicos al campo, especialmente la educación formal y el conocimiento para formar al ciudadano campesino. El campesino sin estudios sólo ve la tierra que tiene delante y no comprende la complejidad de la sociedad brasileña y de la lucha de clases. Nosotros estamos haciendo un esfuerzo enorme para elevar el nivel de conciencia cultural y política.
En nuestro congreso lanzamos una campaña nacional de alfabetización en el campo, en base al método cubano Sí, yo puedo. Tenemos que dominar las letras y avanzar en la educación formal. Quien está en la educación básica tiene que ir hacia la educación media, y quien está en la media tiene que entrar en la universidad. Para eso, tenemos una bandera: para ser militante de los Sem Terra tienes que estar estudiando.
¿Cómo se pueden definir los acampamentos del MST en el País?
Los acampamentos están formados por familias de trabajadores rurales pobres, que reciben los salarios más bajos de la sociedad brasileña y que entienden que la tierra debe ser de aquellos que la trabajan, no de aquellos que la tienen como reserva de patrimonio o producen para la exportación. Son pobres que viven como arrendatarios, boias frías, meeiros, y quieren tener la propia tierra para plantar.
También hay familias pobres que fueron expulsadas del campo y se fueron a la periferia de las ciudades, pero quieren volver al campo y ven en el Movimiento una alternativa para conquistar tierra y mejorar sus condiciones de vida, tener casa, huerto para plantar y trabajar, dar educación, ocio y garantizar atención médica para la familia.
¿La victoria del agro negocio en el campo obliga al MST a politizarse y buscar nuevas banderas?
No creemos en la victoria del agro negocio ni del neoliberalismo. En las dos elecciones del presidente Lula, el pueblo votó contra el neoliberalismo, un modelo concentrador de tierra, riqueza y renta, que genera más pobres y desempleados, y que no tiene condiciones de resolver los problemas de la sociedad. El agro negocio politizó nuestro movimiento, porque el actual estadio de la lucha por la Reforma Agraria implica la derrota del modelo económico neoliberal y la construcción de un proyecto de desarrollo, que resuelva los problemas del pueblo brasileño, creando condiciones para un proceso de distribución de tierras de nuevo tipo.
La reforma de las leyes laboristas es una polémica a la vista. ¿Cuál es su posición sobre el tema?
Nosotros estamos contra la retirada de derechos históricos conquistados con mucha lucha por los trabajadores durante todo el siglo 20. Estamos juntos el movimiento sindical, popular y estudiantil, en una gran jornada contra la reforma de la Seguridad Social, contra toda reforma que retire derechos, como la Enmienda 3. El gobierno necesita un proyecto para crear empleos, garantizar un salario digno, vivienda y hacer la Reforma Agraria. Esa política económica, basada en el superávit primario, intereses altos y el pago de los títulos de la deuda, trae prejuicios a la clase trabajadora y a la soberanía del país y enriquece banqueros y grandes empresarios, estrangulando cualquier posibilidad de inversiones en políticas sociales, manteniendo la perversa concentración de renta.
Por primera vez desde la fundación del MST, en 984, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva no fue invitado al encuentro del movimiento, recientemente, en Brasilia. ¿Por qué?
Lula tiene conciencia de que nuestro Congreso tiene otra naturaleza y no lo planifica el gobierno. Esto es lo que la prensa tampoco entiende. Nosotros no invitamos nunca ningún presidente de la República. No tendría sentido, porque es una actividad para nuestra militancia y para la discusión interna de nuestro Movimiento. Las autoridades que participaron fue por iniciativa personal como amigas del movimiento.
¿Qué balance hace usted del 5º Congreso Nacional del MST?
Nuestro Congreso fue una gran confraternización de los militantes de 24 estados, un momento de reflexión y análisis colectiva sobre el cuadro de la cuestión agraria y la sociedad brasileña, y de movilización, con la manifestación que hicimos para denunciar que el Estado brasileño, retratado en sus tres Poderes de la República, impide la Reforma Agraria. Además, después de dos años de discusión en los acampamentos y asentamientos, cerramos nuestro programa Agrario, que presenta nuestra propuesta para la agricultura brasileña.
El ministro de Desarrollo Agrario, Guilherme Cassel, al rebatir sus críticas, calificó como medieval el discurso que las banderas del movimiento están ultrapasadas. ¿Cómo lo ve usted?
No queremos perder tiempo con cuestiones secundarias, que no ayudan a realizar la Reforma Agraria. Lo que queremos es discutir con la sociedad, incluso con el gobierno, un nuevo modelo agrícola, que dé prioridad a la agricultura familiar girada al mercado interno, a los pobres del país. Esto debe empezar con un proceso masivo de Reforma Agraria, inicialmente con el asentamiento de las 150 mil familias acampadas a la vera de las carreteras.
No podemos seguir con ese modelo del agro negocio, que entrega nuestras tierras a las empresas transnacionales, expulsa el pueblo del campo, destruye el medio ambiente, impone los transgénicos y los agro tóxicos. El nuevo modelo agrícola que defendemos está vinculado a un proyecto de desarrollo, con base en la defensa de la soberanía popular, y en un nuevo modelo económico, que tenga como centro el fortalecimiento del mercado interno, la distribución de renta, la industria nacional para sostener la generación de empleo y renta para el pueblo.
La cuestión es que el presidente Lula está en deuda con el MST y los campesinos de todo Brasil, porque su gobierno no hizo la Reforma Agraria. Al contrario, la concentración de la propiedad de la tierra aumentó.
¿Cuál es su opinión sobre la desigualdad de renta del país?
La desigualdad que hay entre ricos y pobres en el país es una vergüenza, es el resultado de las opciones que tomó la elite brasileña en el pasado y en el presente. Según los estudios del profesor Márcio Pochmann, cinco mil familias controlan el 40 % de la riqueza nacional, siendo que el 10 % de la población rica se apropia del 75 % , mientras el 90 % del pueblo brasileño se queda apenas con el 25 %.
La política económica neoliberal, vigente desde la mitad de la década de los 90, apunta hacia la conservación y la ampliación de esta desigualdad. La sociedad brasileña gasta actualmente, a través de sus impuestos, cerca de 150 mil millones de Reales al año en el pago de los títulos de la deuda pública, que son repasados a 20 mil familias de banqueros y especuladores. Hasta el vicepresidente José de Alencar denunció esa transferencia absurda.
En el campo, debido a la opción que tomaron las clases dominantes, perdimos cuatro oportunidades históricas de hacer la llamada Reforma Agraria clásica, combinando la distribución de tierras con un proyecto de desarrollo de la industria nacional para desarrollar un mercado interno.
La primera fue durante el proceso de abolición de la esclavitud, cuando los trabajadores rurales negros querían trabajar en el campo, pero la Ley de Tierras de 1850 se lo impidió. Después, en la implementación del proyecto nacional de industrialización, en la década de los 30. A comienzos de la década de los 60, con el ascenso del movimiento de masas alrededor de João Goulart, especialmente la Reforma Agraria.
Finalmente, durante la campaña por las Directas Ya, cuando había un clima favorable en el PMDB para viabilizar un proyecto de desarrollo nacional. A partir de ahí, la elite brasileña dejó de lado el proyecto nacional e impuso en el país el neoliberalismo, que subordina la economía brasileña al capital internacional y financiero y amplia la desigualdad social y la pobreza.
¿Cómo ve usted la violencia en el campo? ¿Cómo se puede combatir?
El final de las muertes de trabajadores rurales depende de la realización de la Reforma Agraria y de la fuerza de los movimientos sociales del campo, que, cuando están organizados, tienen más fuerza para resistir la violencia, como demostró el último informe de la pastoral de la tierra. Las muertes y la impunidad, que deja pistoleros y latifundistas mandantes en libertad, demuestra la intransigencia de las clases dominantes con los problemas sociales del pueblo brasileño, y siempre se resuelven a través de la violencia y las muertes. La muerte de compañeros y compañeras es consecuencia de nuestra estructura injusta de la propiedad de la tierra y de la mentalidad atrasada de los latifundistas.
También muestra el carácter anti social del Estado brasileño, que no resuelve los problemas del pueblo. Tenemos un Poder Judicial que protege los ricos y desaparece en relación a los derechos de los pobres, un Poder Legislativo que tiene pendiente de aprobación, desde hace más de 10 años, un proyecto que prevé la expropiación sin indemnización de tierras de hacendados que se aprovechan del trabajo esclavo, y un Poder Ejecutivo que no tiene el coraje de cumplir la Constitución, que determina que todos los latifundios que no cumplan la función social deben ser expropiados.
¿El presidente Lula ahora es el enemigo de la Reforma Agraria?
Nuestros enemigos son el agro negocio, las transnacionales, los bancos y el mercado financiero. Denunciamos también que los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial impiden la Reforma Agraria, dando protección al latifundio y apoyo al agro negocio. En relación al gobierno, nosotros ya entregamos una propuesta y queremos discutir un plan de medio y largo plazo para la agricultura brasileña para combatir la pobreza en el campo y hacer la reforma Agraria. Vamos a mantener nuestra autonomía y criticar la política económica, el apoyo al agro negocio y a las grandes empresas, que se hace a través de préstamos de los bancos públicos y con excepción de la tasa de exportación.
¿Cómo ve usted la izquierda brasileña?
La izquierda brasileña está pasando por un proceso pedagógico y está comprendiendo que los cambios sociales no suceden por la voluntad de un presidente, de un partido o de un gobierno, por más que éste sea nuestro amigo y que hayamos ayudado a elegir. La transformación del país ocurrirá con la movilización del pueblo brasileño alrededor de un proyecto de desarrollo nacional, que modifique la estructura de la sociedad brasileña y sustente el crecimiento de la economía, con la creación de empleos, Reforma Agraria, inversiones en los servicios públicos de educación y salud y distribución de renta y riqueza.
Los movimientos de masa de izquierda están en reflujo desde el 1989. En la década de los 80, el país vivió un periodo de ascenso de los movimientos de masas, que consiguieron imponer la democracia y apuntaron hacia cambios más profundos en la sociedad brasileña. En la década de los 90, el reflujo implicó la pérdida de fuerza del movimiento sindical, que tuvo su base social afectada por las políticas neoliberales, que causaron desempleo e informalidad.
¿Cuál es el diagnóstico que usted hace del gobierno Lula?
El pueblo votó al presidente Lula contra el neoliberalismo. No obstante, las alianzas realizadas para ganar las elecciones, generaron un gobierno de composición que incluyó como peso las fuerzas neoliberales. No hubo un reascenso del movimiento de masas en la sociedad. Aunque tengamos un gobierno más progresista que el de los tucanos, la correlación de fuerzas no se alteró en relación al modelo económico. Nuestra sociedad es muy compleja y las fuerzas del capital, aliadas al capital internacional, son muy poderosas. Los cambios en Brasil vendrán cuando el pueblo tenga más conciencia , esté más organizado y realice grandes movilizaciones de masa, como hicimos contra el régimen militar.
¿Cómo analiza esa serie de escándalos en el país?
El Estado brasileño se construyó históricamente a partir del patrimonialismo, de los intercambios de favores y de la corrupción para favorecer una burocracia unida a los empresarios. No es una novedad. Necesitamos salir de lo que es superficial y buscar la raíz de esos desvíos, que es la relación estrecha de senadores y diputados con empresarios, contratistas, banqueros y con el mercado financiero. No sirve de nada hacer una reforma política que no traiga cambios en este sistema, que tiene Vale do Rio Doce con 47 diputados; Aracruz, 16 diputados; el banco Itaú, 27, y el Grupo Gerdau, 27.
El problema de la democracia brasileña es más profundo de lo que aparece en los periódicos y en la televisión. Necesitamos, sí, una reforma política, pero para poner los poderes y las instituciones al servicio del pueblo, con mecanismos de participación real y de representación. La Constitución prevé en el artículo 14 la realización de plebiscitos, referéndum y consultas populares. Estamos, con otros movimientos sociales y entidades como la OAB y la CNBB, coordinados por el profesor Fábio Comparato, en una campaña en defensa de la democracia y la república.
*(Fernando Sampaio, Tribuna da Imprensa)
¡Saludos!
Secretaría Nacional del MST
MST Informa es una publicación quincenal del Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra, enviada por correo electrónico. Traducción al español del Comitè de Suport al MST de Barcelona.
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